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Como lógica del proyecto, la inspiración vino de una variedad de puntos característicos del contexto. Los diferentes perfiles urbanos, las superposiciones, las tipologías de construcción, las escalas y los usos, convergen en un lenguaje de vecindario. Con el deseo de no perder este estilo, fue importante volcar el concepto de escala, así como la consolidación del bloque, para generar en su interior un uso que no compita con el exterior, por el contrario, generar una actividad que se expresa en el corazón de la manzana.

Además, se creó un hito, no solo para dar fuerza al proyecto en su conjunto sino también como reflejo, o tal vez competencia con un contexto urbano más remoto como Puerto Madero y sus torres. Por último, pero no menos importante, trabajamos con el idea de un articulador. Un museo que opera dentro de la manzana y que no solo cose los conceptos abstractos anteriores, sino también la arquitectura proyectada.