Desde que nací, el ballet ha sido parte de mi vida. La disciplina mezclada con el arte y la estructura me hizo pensar en seguir otro estudio profesional que tuviese la misma base. Así es como decidí estudiar arquitectura, para transferir el conocimiento que aplicaba solo a mi cuerpo y llevarlo a otro nivel.

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Hoy, con la creencia de que ambas especialidades son complementarias, busco seguir perfeccionándome como bailarina y arquitecta. Dicho esto, puedo referirme a mí misma como una persona capaz de enfrentar diversos desafíos estéticos y siempre en busca de nuevos idiomas para comunicarme o para descifrar conceptos ocultos. Creo que el trabajo en equipo es clave cuando se trata de abordar un proyecto, por eso soy una persona a la que le gusta planificar y llevar a cabo tareas de logística.
La doble faceta de ambas disciplinas, me permite definirme como una persona metódica y organizada, pero también creativa y curiosa.

El espacio arquitectónico no es más que nuevas oportunidades para el movimiento humano.
Y yo, no quiero perderme eso.